Áreas de Pinar

 

Existen dos áreas destinadas al pinar canario, localizadas ambas en el lado izquierdo del barranco que cruza el Jardín; una destinada a la formación de pinar de norte está situada a la altura del Puente de Madera. La otra, destinada a pinar de Sur se encuentra en la parte alta de la ladera y abarca desde el nuevo edificio de investigación del Jardín hasta el límite norte del mismo.

El pino canario (Pinus canariensis) sólo está representado de forma natural en las islas Canarias. En épocas anteriores los pinares estuvieron más extendidos como así lo atestiguan los fósiles encontrados en yacimientos pliocénicos del sur de Europa. Desde el punto de vista fitogeográfico, su pariente más cercano es Pinus roxbourghii del Himalaya.

Nuestro pino suele alcanzar tamaños medios entre 20 y 30 metros de altura y de 0,5 a 1 metro de diámetro en sus situaciones más óptimas, aunque existen casos excepcionales como el Pino Gordo de Vilaflor, con 60 metros de alto y un tronco de 2,66 m.

Una importante propiedad del pino canario a destacar es la de brotar de cepa (raro en las coníferas), lo que junto al gran espesor de su corteza y a su peculiar forma de enteamiento -que es central en vez de radial como en otros pinos, con lo que la parte más combustible se mantiene alejada del fuego- hacen que pueda sobrevivir a los incendios, envidiable característica que no poseen otras especies de pinos.

El área dominada por el pinar canario comienza con el límite superior del mar de nubes en las vertientes Norte, bajando hasta casi los 100 m en las vertientes Sur en zonas muy localizadas, siendo lo normal 400-500 m. Su límite superior está entre los 2.000-2.400 m de altitud, en donde ya se vuelven extremas las condiciones climáticas con oscilaciones de temperaturas anuales y diarias muy amplias. Se distribuye por las islas centrales y occidentales, excepto en La Gomera donde el monteverde es la formación que cubre las cumbres de la isla.

Las formaciones de pinar están caracterizadas por la presencia del pino canario, que domina en todas ellas como elemento arbóreo único, exceptuando sus cotas más altas en Tenerife y La Palma, donde se presenta como acompañante el cedro canario (Juniperus cedrus). Son formaciones generalmente abiertas con sotobosques bastante escasos.

Las comunidades asociadas a los pinares varían de acuerdo con la exposición, la altitud y el grado de ecotonía con otras zonas de vegetación; en el norte estará en contacto con el fayal-brezal y los codesares, en tanto que en el sur con los escobonales, jarales y tomillares. Una importante característica que condiciona la vegetación acompañante es la acidez de los suelos debida a la acción conjunta de la naturaleza de las rocas y la descomposición de la pinocha.

La importancia del pinar como fuente de recursos para las sociedades que han poblado las islas es manifiesta. En general, los pinares fueron áreas de obtención de recursos desde la época prehispánica, donde constituían posiblemente las zonas de mejores pastos. A la llegada de los europeos se comenzó a talar de manera progresiva el pinar, con el fin de obtener grandes cantidades de madera. La madera más blanda se utilizaba como leña para los fuegos caseros y para fabricar carbón, actividad ésta que llegó a ser realmente devastadora.

La madera de tea (parte más interna de los pinos viejos, fuertemente resinosa) debido a sus especiales características de dureza y resistencias la hacían muy aprovechable para trabajos de carpintería y ebanistería (artesonados, techumbres, puertas, etc.) llegando incluso a exportarse a la Península, donde existen muchos edificios en los que se empleó esta preciosa madera.

Un típico uso del pinar fue la obtención de brea o pez, mediante quema de trozos de tea para extraer su, resina. Se empleaba sobre todo para calafatear barcos, así como con fines medicinales. El proceso se realizaba en hornos preparados en las mismas zonas del pinar.

Otro recurso fue el aprovechamiento de la pinocha, empleada en el empaquetado de plátanos y para obtener abonos. También se utilizó para cama de ganado, aunque en menor grado. Todas estas actividades de explotación fueron reduciendo de modo extraordinario la extensión del pinar, de tal modo que en Gran Canaria -según Sunding- fueron destruidos el 80% de los bosques de pinares.

En esta pequeña representación del Jardín, junto al pino podemos observar algunas especies propias del pinar como por ejemplo, jarones (Cistus symphytifolius), cresta de gallo (Isoplexis isabelliana), retamillas (Lotus spartioides), etc.